8 de diciembre de 2007

Pedro y Atilio

El 1 de diciembre pasado falleció Atilio Miglianelli, quien trabajó durante muchos años en la usina-castillo como buzo.





Fue gracias a Atilio que Pedro vino por primera vez a Ferrowhite el 16 de octubre de 2006. Se habían encontrado el sabado 7 de octubre en el Muelle, una tarde que Pedro caminaba por ahí un tanto melancólico y hasta aburrido de hacer más o menos siempre lo mismo desde su jubilación en los Talleres Maldonado, y Atilio lo invitó al museo. El 12 Atiio, Monacci y otro muchacho fueron a micasa y se llevaron un monton de cosas. Despues me mandaron una carta que el lunes 16 de octubre al medio´día me esperaban.


Ese día conversaron, los dos, largamente, de todo un poco, sobre la desaparición de los cuises, los bichos canasto y las mariposas en White, la lluvia de bichos cascarudos que cayó esa noche de kermese en el Club Comercial que estaba Alberto Marino, las colonias ferroviarias que ocupaban el predio donde ahora está el museo, las lavanderas, el balneario que estaba en la alcantarilla; y sobre “la novia del mar”, una mujer que durante cuarenta años venía todos los días, hiciera calor o frío, a la playa al lado del castillo y desde allí miraba el mar, - dicen algunos - esperando o llorando a un novio que la había dejado:

Ana: - Ella ¿hablaba con vos?
Atilio - Sí, porque ella estaba enamorada y yo le decía que él le mandaba saludos para ella.
Ana: - ¿Cómo se llamaba?
Pedro: - Celestina, Celestina Gómez. Se debe haber muerto.
Atilio: - Yo le decía que sabía dónde estaba. Y cuando se enojaba, te puteaba...
Pedro: - Se debe haber muerto,
Atilio: - Celestina habrá muerto hace dos años, hace tres años estaba viva.
Pedro: - Ya era vieja para esa época, imaginate
Atilio: - No, no era vieja... era vieja por la vida que llevaba... me acuerdo cuando venía abajo, ahí, y se lavaba toda.

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Sacábamos los músculos, los dientes de perro, nos juntábamos seis o siete, los de comisión de pileta, ibamos con rasqueta, con cepillo, traje de baño, venía el camión atmosférico, era otra época, pasábamos juntos, tomabamos mate, comíamos asado, factura, ahora es todo profesional, si no le pagan no va nadie, la rasqueta la hacíamos nosotros mismos, comisión de pileta, Atilio era el jefe, el padre era el que ponía la bomba en funcionamiento para llenar la pileta, con tres mareas se llenaba la pileta.

Atilio quería que el mundo sea perfecto, pero a veces no se puede luchar contra la corriente. Sabes cómo lo sentí yo, tanto trabajar juntos en la pileta, en Comercial.

Pero la vida es así, Ana.