Estábamos charlando un día sobre la costumbre de tomar mate en el taller, y la justa fama que tienen los "mates ferroviarios", entonces Pedro cuenta:
En el ferrocarril, el mate nunca lo pudieron erradicar, ni los ingleses ni nadie, es una costumbre argentina igual que los asados.
Yo había entrado hacía 15 días, en ajustaje, ayudante de un mecánico. Y me mandó a calentar agua, agarré el 'croto', fui a la fragua y lo calenté; cuando venía por las vías, un hombre grandote con sobretodo, muy serio, me pregunta:
- ¿Usted que está haciendo?
Y yo, que no lo conocía, le contesté directamente:
- Vine a calentar agua, me mandó mi socio.
Me miró y me dijo,
- Bueno, vaya vaya.
Cuando fui y le conté a mi socio cómo era el hombre que me había parado, me dijo:
- ¡Uy, era el superintendente!, te podría haber suspendido.
Con croto hacíamos mate; no había pava, un tarro de durazno, o de aceite, achatado en un borde, con un agujerito, con un alambre, lo poníamos entre dos ladrillos, con una estopa y gasoil y ahí al fuego. Arriba de la maquina también se calentaba el agua, por lo general a las ocho de la mañana y a las tres de la tarde, era una tradición, ya.
Pero, ya mas adelante, había un encargado que cuando veía pavas en la fragua se quedaba esperando parado al lado, hasta que se fundieran en el fuego; y si no, las pateaba; pero un día se quemó la pata, bravísimo era ese tipo.
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