Pablo Nicomedes Atanasio Ñanful, comía conmigo en la pensión, en la misma mesa, yo le dejaba el vino, lo tenía de secretario, lo mandaba a hacer los mandados, a buscarme la ropa, a buscar el diario al quiosco, le regalaba de vez en cuando una botella de vino.
Cuando llegó de Jacobacci acá, a White, lo pusieron de llamador; y le pidió al superintendente un caballo o un burro porque no sabía andar en bicicleta. Después lo pusieron en los sanitarios.
Me había caído bien, pero el único que lo cargaba era yo, le decía chipitrusca, catriel; era medio mal arriado, pobre; y le agarró cirrosis, no llego a los sesenta años.
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