A veces, Pedro me acompaña cuando recorremos el museo con los chicos de las escuelas que nos visitan.
Después de tantas conversaciones (en privado y en público) hemos ido afinando entre nosotros una cierta habilidad para el contrapunto: datos, anécdotas, relatos, que vamos articulando a medida que recorremos el museo: herramientas, oficios, huelgas, perritos, chaperos, partes de locomotora diesel, compañeros, apodos, nombre y números de locomotoras de vapor.
Y si hay margen, como sucedió hoy, también la música en la pileta del Club Comercial, la vida en White, el barco metanero, los gatos de su patio.
Por eso al final de la visita, esta mañana, los chicos de tercero polimodal del Instituto Técnico La Piedad lo aplaudieron una y otra vez, sorprendidos y divertidos.
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